Siempre es grato volver a Andalucía... Al noreste de la provincia de Cádiz encontrarás un bosque blanco dentro de otro verde, verde: el pueblo del Bosque y los parques naturales de la sierra de Grazalema y los Alcornocales. Se trata de una localidad donde anidan la calma y la sencillez, pero que sabe sacar todo su carácter serrano. Que tiene la mirada puesta en el monte Albarracín y los pies en remojo en un río truchero. ¿Ya tienes tu pasaje?
Los aeropuertos más cercanos son los de Jerez de la Frontera (a 50 minutos) y Sevilla (a 1 hora y 20 minutos). Y, en tren, las que te quedarán más cerca son las estaciones de Jerez de la Frontera y Cortes de la Frontera (a 1 hora). También puedes coger un autobús de la compañía Los Amarillos o conducir tu coche por las carreteras A-372 (Arcos-Ronda) y A-373 (Villamartín-Ubrique-Gaucín).
Su origen humilde lo hizo grande
Las primeras casas de esta localidad gaditana se construyeron junto a la residencia de caza de los duques de Arcos de la Frontera para sus criados. Ahora, dentro de este núcleo también encontrarás la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Guadalupe, la ermita del Calvario y una plaza de toros. Y el Molino de Abajo estará orgulloso de mostrarte su funcionamiento.
Si te animas a una pequeña excursión de 5 kilómetros, podrás ver las ruinas del castillo de Tavizna. Y dentro del mismo término municipal te recibirá gratuitamente el Jardín Botánico El Castillejo, con plantas endémicas de la sierra de Grazalema como la amapola de Grazalema y representantes de la flora andaluza como el pinsapo.
Ruta de los Pueblos Blancos
El Bosque es uno de esos apacibles pueblos blancos andaluces donde su arquitectura popular bañada en cal atrapa toda la luz del sur y la mantiene presente en lo alto de cerros o deslizándose por laderas.
Para familiarizarte bien con él tendrás que inmiscuirte en sus calles sinuosas, estrechas, empinadas. Y pasar bajo los arquillos que las cruzan, entre pasadizos que conducen a patios y viviendas coronadas con tejas.
Si quieres conocer otros enclaves como este, sigue la Ruta de los Pueblos Blancos, que traza un arco entre las provincias de Cádiz y Málaga con las Sierras de Cádiz y la Serranía de Ronda, uniendo el Atlántico con el Mediterráneo. Verás que la presencia de castillos es una constante en estos antiguos territorios de frontera bajo dominación musulmana.
Parque Natural de la Sierra de Grazalema
La sierra de Grazalema aguanta multitud de chubascos. Es lo que tiene estar casi a primera fila del océano y expuesta a las borrascas del Atlántico. Por sus innumerables grutas aletean colonias de murciélagos y si merodeas por sus peñascos te sorprenderá el vuelo de aves como el alimoche.
Estos son los puntos que deberías pisar para hacerte una bella idea de esta sierra. ¡No te pierdas ninguno!
- Mirador Cintillo y Aguas Nuevas
- Mirador Puerto de los Acebuches
- Mirador Puerto de las Palomas
- Garganta Verde
- Sierra del Pinar
En el Centro de Visitantes del Bosque tienen bien recogida y documentada la multitud de valles y depresiones que juegan en el relieve accidentado de la sierra de Grazalema. Una exposición permanente te exprimirá hasta el último detalle.
¡A mover el esqueleto!
Con todo tipo de actividades: desde orientación y rutas ornitológicas hasta otras más arriesgadas: paintball, vías ferratas, escalada, rutas a caballo o en bicicleta de montaña por la Pedrizas, barranquismo en la garganta Verde, vuelos en globo, piragüismo en el embalse de Zahara de la Sierra, espeleología…
Vas a apreciar, y mucho, recorrer los senderos de los Llanos de Líbar y del Pinsapar. O el sendero del río Majaceite, que une la villa bosqueña con la pedanía de Benamahoma (2 horas y 30 minutos). Y descansar y pegarte un bañito en pozas como la Honda y la Patata.
Pero hay una ruta que sin duda va a flirtear con tu espíritu montañista: coronar los 1.654 metros del pico del Pinar (o Torreón). Durante el ascenso es posible que puedas caminar por encima de un mar de nubes. Y que a tus pies otras cumbres asomen la cabeza en un manto blanco que da otro aspecto al paisaje andaluz.
Parapente desde el monte Albarracín
¿Quieres verdaderamente ponerte a prueba? Pues dirígete a la Estación de Vuelo Libre del Bosque. Los despegues se hacen a 6 kilómetros del pueblo (el aparcamiento no está delimitado) y están muy favorecidos por vientos procedentes del océano Atlántico y una climatología favorable durante los 365 días del año. En Semana Santa, en este entorno, podrás asistir a un trofeo de ala delta.
Es tradición
Un buen momento para acercarte a esta localidad es en noviembre, cuando tiene lugar la Recreación Histórica Villa del Bosque, cuando se conmemora su nacimiento como nuevo municipio. También hallarás jolgorio durante las Fiestas de San Antonio (junio), con feria y romería.
Para chuparse los dedos
Los bosqueños son conscientes de que disponen de una gran gama de chacinas y selectos embutidos de cerdo ibérico y blanco: jamones, morcillas, salchichón, morcón...
También disfrutarás con sus quesos, elaborados con leche de cabra payoya, autóctona de la sierra de Cádiz. Te contarán sus secretos en el Centro de Interpretación del Queso El Bosqueño. Si te apuntas a una de sus visitas guiadas podrás llevarte a la boca tajadas de queso con prestigio nacional e internacional, acompañadas de unos traguitos de vino de la tierra, y hasta dar forma a alguno con tus manitas.
Y, contándote que por la villa se abre paso el río truchero más meridional de Europa, el Majaceite, te podrás imaginar que la trucha toma protagonismo en muchos de los platos que se sirven a su mesa. Aunque hay otros igual de populares, como la sopa de la olla, el cocido con pringá, el frangollo (un tipo de gachas elaboradas con harina de maíz), las tagarninas y la sopa de tomates, de espárragos y de ajos.